Ahora que está en boca de todos la necesidad de revisión de nuestras creencias limitantes, me ha venido a la memoria aquel programa de cocina de Elena Santonja, en el que cada día un artista invitado preparaba junto a ella una receta mientras charlaban relajadamente.
Recuerdo en concreto la receta de un asado de carne porque la
invitada de aquel día contó que toda su
vida había cortado los extremos de la pieza de carne antes de ponerla en la
fuente de barro para hornear, hasta que en cierta ocasión, su hija observando
cómo cocinaba, le preguntó por qué había que quitarle los extremos a la pieza. Confesó
que en aquel momento sólo supo contestarle que la receta era de su madre y que siempre lo había hecho así,
pero días después, tras preguntarle, ésta le explicó que ella lo cortaba de esa
manera porque su bandeja de asar era corta y la pieza no cabía entera. De
manera que aquella invitada llevaba toda la vida despreciando los extremos de
la pieza a pesar de que su bandeja sí era suficientemente amplia.
¿Cuántos gestos automáticos
llevamos a cabo sin cuestionarnos su oportunidad? ¿Cuántas programaciones
implantadas desde nuestra infancia siguen dirigiendo nuestra vida? ¿Cuántas de
ellas habrán quedado obsoletas y sin embargo seguimos cumpliendo sin revisar su
vigencia? ¿A cuántos pedazos de vida estamos cortando sus extremos sin una
verdadera necesidad?
Bueno, aquí os dejo un video de
animación que ilustra cómo se producen a veces esas carambolas absurdas que
gobiernan nuestras vidas sin que sepamos por qué.
La verdad es que si que somos unos monos...
ResponderEliminarYa lo creo, Pedro. Unos monos con traje, como los del circo...
Eliminarun abrazo y gracias por venir