Nuestra cultura desprecia el sufrimiento, huimos de él, como es lógico, pero cuando no podemos escapar nos sentimos doblemente desgraciados, por una parte por la propia razón del sufrimiento, y por otra, por la vergüenza de no haber sido capaces de apartarlo de nuestro camino.
Tendemos a pensar que nuestro fin último es la felicidad y la diversión, y no conseguir esa diversión, esa vida sin sufrimiento nos hace sentirnos unos perdedores.
Sin embargo, el sufrimiento puede hacernos crecer y aprender, y a menudo ha sido un estímulo para la superación, lo cual no es algo que nos caracterice como perdedores.
Dice el Dr. Eugene Walker en su libro “Aprenda a relajarse”: El sufrimiento, si tiene un propósito y los soportamos con fuerza es ennoblecedor. […] Una vida despreocupada puede ser muy buena, pero las lecciones del sufrimiento nos proporcionan una personalidad con mucha más profundidad y calidad.
No estoy defendiendo actitudes victimistas, ni masoquistas, sino actitudes maduras que nos permitan avanzar hacia un mayor conocimiento de nuestras capacidades, de nuestras armas para salir a flote.
Ilustración "salir a flote", por Cinta Arribas http://cintarribas.blogspot.com.es/ |
A nadie nos gusta sufrir, eso está claro, pero por experiencia propia puedo decir qué a través del sufrimiento he aprendido algo... una lección como dice el Dr. qué mencionas.
ResponderEliminarY es qué cuanto más nos caemos, más veces nos levantamos, y con más fuerza si hemos aprendido el significado o lo qué nos quiere mostrar esa experiencia sufrida.
Buena entrada Julia!
Un abrazo!!
Gracias por tu aportación Manu, y por esa precisión de "si hemos aprendido el significado", porque efectivamente, si no estamos abiertos a entender ese significado, el sufrimiento es gratuíto.
Eliminarun abrazo,