Hace unos días mi hijo tenía que hacer el examen de grado profesional de clarinete en el Conservatorio.
Es un examen que una parte de él quiere aprobar, porque significa un logro, (sólo los mejores obtienen plaza en el Conservatorio) y otra no, porque significa dejar la escuela privada a la que ha ido hasta ahora, a sus amigos, a sus profesores…
En la comida, una hora antes de la prueba, se mordió el labio sin querer, precisamente en el sitio donde apoya la boquilla del instrumento. Tres veces se mordió en el mismo sitio, hasta que indignado consigo mismo y sorprendido por la ”malísima suerte” que estaba teniendo dejó la comida inacabada.
 |
| Ilustración: Isabel Aguilar López |
Le expliqué que una parte de su mente habla un lenguaje especial, y expresa sus miedos y sus dudas de la única manera que puede, que es manifestándose en su cuerpo, y que en ese momento, estaba gritándole con esa particular y muda voz: -¡NO QUIERO EXAMINARME, NO QUIERO PASAR ESE TRAGO!-
No sé si le llegó algo de lo que le expliqué, pero bordó el examen, y el obstinado mordisco no le molestó para tocar estupendamente. Tanto como para ganar la plaza.
Estupenda lección la que le enseñaste a tu hijo... Siempre, aunque creamos que no, se les queda algo o mucho de lo que las madres les decimos a nuestros hijos.
ResponderEliminarMe alegro que sacara su plaza y que tú estés tan orgullosa (como sé que lo estás) de él.
¡Eres un encanto, Julia!, y éste es el comienzo de una super-buena racha que está a punto de comenzar.
Gracias por compartir esta historia tan entrañable.
Un beso muy fuerte.
Jajaja, vamos, que se me ha visto caer la baba ¿no?. Pues sí, qué mal disimulo...
ResponderEliminarGracias por tus buenos deseos de esa buena racha.
Un fuerte abrazo.
Hola, precioso blog, bellas entradas le visten un lujazo leerlas,si te gusta la palabra elegida, la poesía, te invito a mi casa, es,
ResponderEliminarhttp://ligerodeequipaje1875.blogspot.com/
buen día, gracias, besos irreverentes...