domingo, 10 de noviembre de 2013

Casualidades y causalidades


Hay veces que un par  de acontecimientos ocurren curiosamente en el mismo momento, y lo llamamos casualidad. Cuando una serie de acontecimientos se encadenan de forma casual en una pertinaz y consecuente dirección yo ya no lo llamo casualidad  sino que lo llamo “causalidad” y me paro a un lado del camino para poder observar mejor dónde me quiere llevar esa serie de hechos conectados,  simultáneos o casi,  y me pregunto quién o qué está trazando esa dirección, qué fuerza está ordenando acontecimientos en el tiempo y en el espacio para que coincidan y provoquen nuevos acontecimientos que parecen perseguir el mismo fin. ¿Hay un propósito?
En los cursos de relajación yo siempre les digo a los asistentes que “colecciono casualidades”, que si la vida les ofrece  carambolas demasiado perfectas para ser casuales, me encantaría añadirlas a mi colección. 
¡Como nos reímos en Sherwood Forest con nuestros sombreritos!
En estos días, por una serie de carambolas que no viene al caso relatar, he contactado con la persona de la que hablé en el último post, después de haber perdido el contacto durante casi 20 años, y me pregunto una vez más ¿hay un propósito? Me gustaría poder decir “lo sabremos en el siguiente post”, como si fuera una serie televisiva…

viernes, 6 de septiembre de 2013

Ver la vida con ojos de turista


Recientemente me he acordado de la propuesta que nos hicimos mi amiga Mayte M. y yo hace muchos años una tarde  en París, último día de nuestras vacaciones, sentadas en el suelo de un parque apoyadas en nuestras mochilas como respaldo, sin más hacer que ver la gente pasar, sin mas dinero que 50 pesetas que no podíamos cambiar a francos por ser demasiado poco. Teníamos pan, queso y 2 manzanas en la mochila para cenar, y el albergue ya pagado. No necesitábamos más, y disfrutamos de cada segundo que estuvimos allí, observando el pasear de la gente, escuchando retazos de conversaciones que pasaban a nuestro lado, oliendo la mezcla de olores de las flores y el aligustre de los parterres con el polvo del suelo de terrizo



Es ese momento, constatamos lo bien que nos sentíamos, y lamentamos que no fuera posible extrapolar esa despreocupación, esa forma de estar a lo cotidiano, a nuestro día a día en Madrid. Nos propusimos intentarlo, pasear por nuestra ciudad con nuevos ojos, con la curiosidad del desconocimiento, con la intención de descubrir tesoros, la cámara colgada al cuello, dispuestas a aceptar todo lo sorprendente y especial que nos vamos encontrando, y con la parsimonia de “tenerlo todo hecho”, como si nuestra única función en la vida fuera la de simplemente “estar”, cambiándola al menos durante unas horas por la de “hacer”.

Supongo que no hará falta que diga que nunca lo hicimos, pero sigo creyendo que es un buen ejercicio,  y para mí, cada vez más difícil de poner en práctica.

miércoles, 21 de agosto de 2013

¡Hay que ver cómo somos! Capítulo I


A veces me desanimo pensando en lo ignorantes y mezquinos que somos los seres humanos como especie, y lo mucho que nos queda para ser ángeles.
Hay algunos experimentos que apoyan esta triste teoría. Uno es el experimento de la Cárcel de Stanford llevado a cabo por Philip Zimbardo, un psicólogo social, investigador del comportamiento.
Agrandes rasgos, os describo el experimento que incluso ha dado pié a una película El Experimento además del libro “El efecto lucifer” del propio autor.

El experimento se realizó en la Universidad de Stanford en 1971 con 24 estudiantes voluntarios, a los que por el procedimeito de cara o cruz con una moneda, se repartió en dos grupos, unos como presos y otros como carceleros, y se recreó un ambiente carcelario en la propia universidad. La duración prevista era de dos semanas, pero no se llegó a concluir porque la situación comenzó a ser dramática ya en el segundo día y a los seis días las humillaciones, los abusos y las vejaciones eran los métodos habituales. Zimbardo  concluyó el experimento,  habiendo demostrado que el entorno, y los roles que se nos asignan o nos asignamos, pueden sacar de nosotros mismos nuestra peor parte. Afortunadamente también hay experimentos que demuestran que hay en nosotros “nuestra mejor parte”, y espero poder hablar también de ellos.
Os enlazo aquí una entrevista a Zimbardo  de la página KINDSEIN.COM. http://www.kindsein.com/es/20/1/466.

miércoles, 14 de agosto de 2013

¿Acercarte a lo que deseas o alejarte de lo que temes?

¿Acercarte a lo que deseas o alejarte de lo que temes? Son dos formas distintas de movernos por la vida, y aunque ambos movimientos pudieran llevarnos en la misma dirección, el primero nos proporciona ilusión y ganas de vivir, mientras que el segundo nos hace sentirnos vulnerables, insignificantes y víctimas.
Que la motivación sea positiva nos hace responsables de nuestro propio itinerario en la vida. El acercamiento es un paso voluntario, con una motivación subyacente, y hacia un objetivo en el horizonte. Hay esperanza.
El alejamiento es la huída, se llega a la supervivencia a través del miedo.  Nos quedamos con lo que nos dejan, y sólo a veces eso es lo que de verdad queremos, muy pocas veces.
Suele resultarnos más fácil saber qué  no queremos, porque en  pocas ocasiones nos permitimos preguntarnos  qué es lo que realmente deseamos.

¿Te has preguntado qué habría en tu lista de “Cosas que realmente quiero”?

miércoles, 7 de agosto de 2013

Un cuentecito sobre las tareas

Hay un librito sobre cuentos de la tradición sufí, recopilados por Idries Shah, y al ojear al azar vine a dar con este cuentecito que os transcribo a continuación y que tiene mucho que ver con la vida atareada de la que siempre me quejo . En él, Nasrudín, el eterno protagonista de las enseñanzas sufíes nos pone de manifiesto con aplastante lógica ese rasgo de incongruencia humana del que nos sentimos a veces tan víctimas.
Camellos y hombres
Nasrudín –le preguntó el vecino- ¿Quién es más inteligente, el camello o el hombre?
El camello –contestó el mulá-, porque lleva cargas pesadas sin quejarse, pero nunca pide una carga adicional. El hombre, por el contrario, atestado de responsabilidades, siempre quiere aumentar sus cargas.

miércoles, 31 de julio de 2013

Maquillaje para el recuerdo

Según  estudios sobre la memoria, (Martin Conwell), muchos de nuestros recuerdos no son reales, están tergiversados o simplemente inventados a partir de algo que hemos visto, oído, o  de experiencias ajenas que nos han contado.

El caso es que da igual, porque reales o no, esos recuerdos están ahí, formando parte de nuestra identidad, de quien creemos que somos.

Esto nos da pié para sentirnos más libres a la hora de seleccionar cuáles de nuestros recuerdos queremos potenciar y cuáles queremos “maquillar”, o como decimos en programación neurolingüística, “redecorar”.

Sabemos que modificando la percepción de un recuerdo (modificando algo tan insustancial como nuestra posición relativa respecto a otra persona, el sonido de fondo de la situación o eliminando el color de la imagen y dejándola en blanco y negro), las emociones ligadas a esos recuerdos también varían, se intensifican o debilitan en función de cuáles hayan sido las modificaciones. Esto tiene una consecuencia inmediata a la hora de rebajar el nivel de sufrimiento en los recuerdos dolorosos, pero también tiene importantes consecuencias en nuestros comportamientos futuros, pues como decía,  nuestra identidad está formada entre otras cosas por  nuestros recuerdos.

Mediante el trabajo con los recuerdos somos capaces de predisponernos a un futuro mejor, elegido, consciente, no limitado por automatismos que proceden del pasado.

martes, 23 de julio de 2013

¿Por qué hablar de nosotros mismos nos hace sentir bien?



Un estudio realizado en la Universidad de Harvard  en 2012 (Diana Tamir y Jason Mitchell), consistente en 5 tipos de pruebas con 195 personas, revela que cuando hablamos de nosotros mismos, se activan en nuestro cerebro las mismas áreas del sistema de recompensa del cerebro que se activan con estímulos tales como el sexo, las adicciones y la buena comida, donde la dopamina es el neurotransmisor predominante. 
Un 30-40% de las conversaciones tienen como tema principal nuestra  propia vida, y si la comunicación es a través de redes sociales, la cifra se eleva a 80%.
En el estudio,  para conocer si había una base neurológica que explicara esto, los participantes se sometieron a pruebas de resonancia magnética funcional (IRMf) mientras contestaban cuestionarios con preguntas sobre ellos mismos o sobre otros temas, y se observó qué zonas del cerebro son las que trabajan en los momentos en los que hablamos de nosotros mismos.
Se comprobó que hay tres zonas en las que se produce actividad, la corteza prefontral, el núcleo Accumbens y y el área tegmental ventral (VTA). Curiosamente estas dos últimas, que forman parte  de la Vía Mesolímbica, están relacionadas con el sistema de recompensa del cerebro y  las sensaciones placenteras.

Al parecer, la activación se producía en mayor medida precisamente hablando de uno mismo o de las propias opiniones, que de las opiniones de los demás.
En otro estudio, se comparó el nivel de activación de estas zonas cerebrales en los casos en los que las informaciones reveladas por los participantes  eran leídas o escuchadas por un amigo  (que también participaba en el experimento), o quedaban totalmente en privado, y se comprobó que la gratificación obtenida a nivel cerebral también era mayor en el caso de saber que sus respuestas eran  comunicadas a alguien.  

Así que no es de extrañar que encontremos tranquilizador y agradable compartir nuestros pensamientos con otras personas, y quizá también podría explicar por qué las personas que saben escuchar son socialmente  tan apreciadas por ello.

Para leer el http://wjh.harvard.edu/~dtamir/Tamir-PNAS-2012.pdf

domingo, 7 de abril de 2013

Tu viento favorable


Dice Nietszche “Quien tiene un porqué para vivir, encontrará casi siempre el cómo”. 


Tener un objetivo, una ilusión, o un proyecto, es el motor para vivir.  Sin una motivación la vida no tiene sentido, pero a veces sufrimos el espejismo de creer que nuestra vida agitada, nuestras prisas, y nuestra autoexigencia son nuestra motivación, y alimentamos el estrés como una forma de sentirnos vivos, valiosos, y necesarios.

Si nos permitimos abrir la mirada, tomar perspectiva de nuestra vida, mirando hacia el pasado y hacia el futuro, quizá podamos darnos cuenta de que más allá de nuestros pequeños éxitos y nuestras pequeñas miserias hay un porqué para cada uno de nosotros, hay una auténtica motivación que en algún momento se quedó enterrada entre obligaciones y prohibiciones, juicios sociales o familiares, miedos e inseguridades. 

Citando a Séneca diré que “no hay viento favorable para el que no sabe dónde va”.

Quizá merezca la pena esa mirada amplia, si ello nos permite  identificar nuestro puerto de destino: qué papel queremos tener en este  mundo, y de qué manera queremos desempeñarlo.
 

domingo, 31 de marzo de 2013

Tristeza frente a enfado


Dice Osho que un truco para no estar enfadado es estar triste, y viceversa. “Si estás triste no puedes estar enfadado”. No sé si buscar otra emoción negativa es lo mejor, pero está claro que entre ambas emociones hay una clara conexión, como si fueran los extremos de un balancín.

Muchos hombres tienen dificultad para reconocer que están tristes, y lo manifiestan con enfado, mientras que muchas mujeres tienen dificultad para enfadarse, y cuando algo les irrita se sienten desgraciadas y lloran.
Mientras que el enfado está socialmente aceptado, pues es una expresión de nuestra autoestima, de la defensa de nuestros derechos,  y nos da fuerza para obtener lo que deseamos, la tristeza es un signo de debilidad,  se asocia con el pusilánime, y tratamos de disimularla.
Si alguien nos  confiesa su tristeza solemos ayudarle a ver la situación desde otro punto de vista, o a quitarle importancia o peso a la razón  de su tristeza, sin embargo, cuando alguien nos cuenta su enfado solemos darle la razón, apoyarle, reafirmarle, y no solemos correr el riesgo de cuestionar el enfado si no tenemos mucha confianza, porque podría ser interpretado como una crítica o una amenaza.
Pero aceptar la tristeza también nos puede ser útil. Si el enfado tiene la función de darnos poder frente a un conflicto, la tristeza tiene la función de hacernos conscientes de nuestras escalas de valores. (Tanto me entristezco con la pérdida, tanto valoro la tenencia).
Aceptar nuestras emociones tal como son, entenderlas como parte integrante de nosotros mismos, forma parte de nuestro particular proceso de aceptación. Yo soy yo, y mis emociones.

lunes, 4 de marzo de 2013

Inversión de esfuerzos



En estos tiempos en los que muchas personas están haciendo grandes esfuerzos para encontrar trabajo, emprender o reinventarse, es bueno recordar que quien no se rinde acaba llegando.

A veces nos desesperamos al no obtener resultados cuando consideramos que ya hemos hecho lo suficiente. Suficientes entrevistas, suficientes currículums, suficientes cursos…Y puede que tiremos la toalla antes de tiempo.

Dejadme que os cuente  cómo es la vida del  bambú, quizá os sirva como ejemplo de paciencia y como fuente de motivación:

La semilla del bambú convenientemente regada, tarda 7 años en producir un tallo desde su siembra, ahora bien,  una vez comienza a apuntar ese tallo, su desarrollo se produce en  6 semanas, y llega a alcanzar 30m de altura. Prácticamente se puede ver el crecimiento a simple vista, pues crece hasta 1 metro al día.

Durante los 7 años que aparentemente ha estado inactiva ha estado creando una red de raíces, que es lo que le va a permitir  desarrollarse después. Podríamos decir que ha estado haciendo contactos, enviando currículums, dando forma a su proyecto, pidiendo subvenciones, formándose en donde tiene carencias…

Déjate tiempo para crear tu propio sistema de raíces, ten confianza en ti, quizá es necesario que no dejes de regar esa semilla para que veas nacer el brote que esperas.


lunes, 25 de febrero de 2013

Asado de carne sin extremos


Ahora que está en boca de todos la necesidad de revisión de nuestras creencias limitantes, me ha venido a la memoria aquel programa de cocina de Elena Santonja, en el que cada día un artista invitado preparaba  junto a ella una receta mientras charlaban relajadamente.

Recuerdo en concreto  la receta de un asado de carne porque la invitada  de aquel día contó que toda su vida había cortado los extremos de la pieza de carne antes de ponerla en la fuente de barro para hornear, hasta que en cierta ocasión, su hija observando cómo cocinaba, le preguntó por qué había que quitarle los extremos a la pieza. Confesó que en aquel momento sólo supo contestarle que la receta era  de su madre y que siempre lo había hecho así, pero días después, tras preguntarle, ésta le explicó que ella lo cortaba de esa manera porque su bandeja de asar era corta y la pieza no cabía entera. De manera que aquella invitada llevaba toda la vida despreciando los extremos de la pieza a pesar de que su bandeja sí era suficientemente amplia.

¿Cuántos gestos automáticos llevamos a cabo sin cuestionarnos su oportunidad? ¿Cuántas programaciones implantadas desde nuestra infancia siguen dirigiendo nuestra vida? ¿Cuántas de ellas habrán quedado obsoletas y sin embargo seguimos cumpliendo sin revisar su vigencia? ¿A cuántos pedazos de vida estamos cortando sus extremos sin una verdadera necesidad?

Bueno, aquí os dejo un video de animación que ilustra cómo se producen a veces esas carambolas absurdas que gobiernan nuestras vidas sin que sepamos por qué.

domingo, 3 de febrero de 2013

Os pongo aquí este video que lleva ya unos meses circulando. A mí me gustó mucho.

jueves, 24 de enero de 2013

Saludos cordiales


Iba yo a escribir “Saludos”, cuando mi amigo el Autotexto de Word ha decidido por su cuenta que quedaba mejor “Saludos cordiales”. Bueno, por esta vez no voy a discutir, porque mi saludo es desde el corazón, así que,  bien escrito está.


Durante los meses que no he podido atender este blog he tenido la inmensa suerte de hacer un curso de crecimiento personal y desarrollo profesional que, para los que vivís en Madrid os recomiendo por su calidad, y porque increíblemente, ¡es gratis! Os dejo aquí el enlace con la información sobre la nueva edición que comenzará en febrero. Está financiado por la Fundación Pascual, por eso es gratis. http://www.civsem.com/cursos.php?id=1

A mi me ha servido para refrescar algunas cosas y aprender muchas otras, contactar con gente muy interesante, grandes profesionales entre los ponentes y entre los alumnos. Y me llevo también buenas amistades, nuevos proyectos, planes… Ha sido un regalo de la vida.