No pretendas que los sucesos sucedan como quieres, sino quiere los sucesos como suceden y vivirás sereno. (Epicteto de Frigia)
Cínicos y estoicos. Me importaba un pito. El profesor dictaba en un tono monocorde y nosotras copiábamos con el piloto automático encendido; después memorizábamos para soltarlo tal cual cuando nos lo preguntaran.
Era un peaje que había que pagar, una píldora que había que tragar si queríamos seguir estudiando lo que realmente nos gustaba.
Han tenido que pasar casi treinta años para que descubra en Epicteto un ser entrañable, un ser puro que tiene respuestas a muchas de mis dudas, que me reafirma en muchas de mis ideas (seguramente aprendidas de otros que aprendieron de Epicteto, como el propio Ellis del que os he hablado últimamente).
Ahora pienso, ¿Cuántas otras maravillas me habré perdido? ¿Cuantas otras oportunidades de engrandecer mi espíritu he desperdiciado?
Quizá no era el momento. Quizá ese “profe” monótono y desmotivado estaba ahí para que yo siguiese el camino que he seguido y descubriera a Epicteto cuando lo he descubierto.
Quizá ahora sí es el momento.