domingo, 28 de noviembre de 2010

Balance de la primera semana "hay tiempo para todo"

El balance de la primera semana con el lema “hay tiempo para todo”, es positivo: No he llegado al viernes destrozada, malhumorada y sintiendo que la vida que llevo es una mierda.
Es curioso que cuando piensas “hay tiempo para todo”, de pronto se crea un espacio de “tiempo libre” tangible.
Es el mismo tiempo libre se siempre, poco o mucho, pero el de siempre, porque no he cambiado las actividades. Sin embargo, el poso que me queda de esta semana es que ha habido  “tiempos libres”.
Ayer por ejemplo, me permití ponerme a leer ¡antes de cenar! En un rato que consideré “libre”. Ese mismo rato, en otro momento de mi vida habría sido consumido en alguna labor de “perfeccionamiento de la producción”. Me explico:
A veces, si ya están cumplidas las tareas básicas, una se pone por ejemplo, a  ordenar cajones que siempre hace falta, (a o dar  órdenes a los hijos para que ordenen los suyos, recibiendo por cierto respuestas no muy entusiastas al respecto), o a hacer croquetas porque sabes que les encantan…
Así, cumplimento ese posible “tiempo libre” con las actividades permitidas a una persona que “no tiene tiempo libre”.
Si uno decide que es una persona que no tiene tiempo, el abanico de posibilidades para el tiempo, llamémosle “no clasificado”, se reduce a cosas como ordenar los cajones, preparar comidas con anticipación para congelarlas previendo épocas de menor tiempo libre aún, o mirar en  los papelitos amarillos que lleva en el bolso qué cosas pendientes ha ido dejándose por la vida.
De esta manera, hacemos efectivo el adagio “no tengo tiempo libre”, y nos reafirmamos en esa creencia. La creencia se autoalimenta.
Si por el contrario, sustituimos esta afirmación por otra, como en este caso, “hay tiempo para todo”, en el momento en el que, eventualmente no tengo ninguna obligación, mi mente no busca rellenar ese espacio de tiempo con alguna actividad, y lo percibo como realmente es, como tiempo libre.
En ese tiempo libre puedo dormir, ver la tele, meditar, hacer croquetas o no hacerlas, pero sobretodo, lo mas importante es que dejo de sentir que llevo una vida desgraciada, que mi paso por el mundo se reduce a una concatenación de tareas con una perdurabilidad mínima, con una huella inexistente borrada por la siguiente tarea, que a su vez se diluye en la siguiente, para llegar arrastrándome a la cama a recargar energías para poder realizar nuevamente las casi mismas tareas al día siguiente…

viernes, 26 de noviembre de 2010

Horario intensivísimo

¿Cuantas de nosotras tienen la sensación de descansar cuando salen del trabajo? Yo creo que casi nadie. Ni las que tienen ayuda en casa,  ni  las que no la tienen. Muy pocas tienen sensación de descanso cuando termina su jornada laboral.
Y lo peor es que nos parece lo normal. No reaccionamos frente a ello, lo asumimos porque es nuestra vida, y ni nos planteamos que pudiera ser de otra manera.
Recuerdo el fin de semana previo al comienzo del curso, charlando con amigas y conocidas, el tema era único: el comienzo del curso. La vuelta a los horarios, las prisas, las obligaciones...
La mayoría tenía desde el viernes  la  pila de libros de los niños perfectamente etiquetados y forrados, los uniformes preparados, los zapatos recién comprados, y la respiración contenida pensando en lo que se nos venía, como si nos estuviéramos colocando en la parrilla de salida de una inacabable maratón a la que no nos hemos apuntado precisamente por deporte.

martes, 23 de noviembre de 2010

Cuestión de higiene mental

Estoy leyendo el archiconocido “usted puede sanar su vida” de Louise L.Hay.
               A mí,  estos títulos tan de vendedor de feria me tiran un poco para atrás, y pese a que he pasado por delante de él en numerosas ocasiones, nunca me había decidido a comprarlo, pero ahora que por fin ha caído en mis manos  (gracias a un préstamo), reconozco que me he dejado llevar por prejuicios, porque creo que tiene muchas ideas interesantes.  De hecho, leyendo el capítulo dedicado a la prosperidad, se me ha ocurrido que las mismas técnicas que se proponen para llevar una vida próspera,  se pueden aplicar a otras cosas que no sean el dinero, y en nuestro caso, al tiempo.
               A menudo, cuando me entero de algún evento interesante, un curso, una actividad, cualquier cosa que se sale de mi planning habitual, pienso -Buff, qué pena, no tengo tiempo-,  y descarto la idea o la propuesta.
              Siguiendo los dictados de L. Hay, voy a positivar el pensamiento, y en vez de decir  “No tengo tiempo” lo voy a sustituir por “Hay tiempo para todo”. Cuestión de higiene mental.
               De momento, me resulta menos estresante pensar lo segundo que lo primero, y al fin y al cabo, ¡me voy a quedar sin hacerlo igualmente!
                La verdad es que suena un poco penoso ¿no? Demasiado conformista. Pero voy a probar, no me cuesta nada, y como ya digo, de primeras me es menos dañino. Me entristece menos pensar que “hay tiempo para todo". Es como una ventana abierta, unos puntos suspensivos, en vez del portazo  rotundo y perpetuo del “no tengo tiempo”.

domingo, 21 de noviembre de 2010

Este verano...

Este verano, mientras miraba la línea azul del  horizonte que separa el mar del cielo, tumbada en una hamaca, y mecida por la brisa marina, constaté que, inesperadamente, mi mente no saltaba como un mono en la jungla de idea en idea. Que no había escrito ni una sola lista de “hay que hacer” en 4 días ni tenía la sensación de estar defraudando al “fisco de la temporalidad” por estar simplemente tumbada.
 Me dije ¡esto es vida!. He inmediatamente después me lamenté de que mi vida solo sea vida unos pocos días al año. Qué triste ¿no?
Entonces tomé la determinación de intentar que este próximo curso mi vida sea vida algo más de esos pocos días. 
-Este año me tengo que organizar para no andar siempre agobiada- me dije,
-me acostaré pronto para intentar dormir un mínimo de 7h.
-tendré cuidado que no programar excesivas tareas para un solo día
-prohibido visitar dos médicos en una sola tarde, por mucho que sean para hijos distintos (dentista , ortopeda, pediatra, alergólogo, oftalmólogo, deben ser "sucesos independientes")
-estableceré un horario inflexible para la cena y la hora de irse a la cama de los niños

Bastaron 3 días, y ni siquiera había comenzado el curso, para conseguir el mismo nivel de r.p.s. (revoluciones por segundo), con el que acabé el curso el pasado junio.
Al tercer día ya vociferaba a la hora de la cena cual vigilante de pasillo en Guantánamo a mis pobres hijos, que se preguntaban anonadados qué había sido de esa señora amable con la que habían aterrizado en Madrid  hacía 3 días....

Pero no me voy a rendir. He dicho que hasta aquí hemos llegado, y así va a ser. Sé que independientemente de lo que ocurra a mi alrededor, la forma en que yo me siento solo depende de mi, de cómo yo proceso esa circunstancias.

Cierto que  estar en una hamaca sin mas tarea que decidir si  voy a ir o no a la clase de aguagym  no es lo mismo que decidir si me da tiempo a comer entre que salgo de la oficina y voy a buscar a los niños si paso por el súper, que no quedan naranjas de zumo.

Sin embargo estoy segura de que esto se puede cambiar, y yo lo voy  a hacer. Y voy a aplicar  todas las técnicas y conocimientos que estén en mi mano, y además lo voy a compartir con vosotras, si os parece bien.