domingo, 31 de marzo de 2013

Tristeza frente a enfado


Dice Osho que un truco para no estar enfadado es estar triste, y viceversa. “Si estás triste no puedes estar enfadado”. No sé si buscar otra emoción negativa es lo mejor, pero está claro que entre ambas emociones hay una clara conexión, como si fueran los extremos de un balancín.

Muchos hombres tienen dificultad para reconocer que están tristes, y lo manifiestan con enfado, mientras que muchas mujeres tienen dificultad para enfadarse, y cuando algo les irrita se sienten desgraciadas y lloran.
Mientras que el enfado está socialmente aceptado, pues es una expresión de nuestra autoestima, de la defensa de nuestros derechos,  y nos da fuerza para obtener lo que deseamos, la tristeza es un signo de debilidad,  se asocia con el pusilánime, y tratamos de disimularla.
Si alguien nos  confiesa su tristeza solemos ayudarle a ver la situación desde otro punto de vista, o a quitarle importancia o peso a la razón  de su tristeza, sin embargo, cuando alguien nos cuenta su enfado solemos darle la razón, apoyarle, reafirmarle, y no solemos correr el riesgo de cuestionar el enfado si no tenemos mucha confianza, porque podría ser interpretado como una crítica o una amenaza.
Pero aceptar la tristeza también nos puede ser útil. Si el enfado tiene la función de darnos poder frente a un conflicto, la tristeza tiene la función de hacernos conscientes de nuestras escalas de valores. (Tanto me entristezco con la pérdida, tanto valoro la tenencia).
Aceptar nuestras emociones tal como son, entenderlas como parte integrante de nosotros mismos, forma parte de nuestro particular proceso de aceptación. Yo soy yo, y mis emociones.

lunes, 4 de marzo de 2013

Inversión de esfuerzos



En estos tiempos en los que muchas personas están haciendo grandes esfuerzos para encontrar trabajo, emprender o reinventarse, es bueno recordar que quien no se rinde acaba llegando.

A veces nos desesperamos al no obtener resultados cuando consideramos que ya hemos hecho lo suficiente. Suficientes entrevistas, suficientes currículums, suficientes cursos…Y puede que tiremos la toalla antes de tiempo.

Dejadme que os cuente  cómo es la vida del  bambú, quizá os sirva como ejemplo de paciencia y como fuente de motivación:

La semilla del bambú convenientemente regada, tarda 7 años en producir un tallo desde su siembra, ahora bien,  una vez comienza a apuntar ese tallo, su desarrollo se produce en  6 semanas, y llega a alcanzar 30m de altura. Prácticamente se puede ver el crecimiento a simple vista, pues crece hasta 1 metro al día.

Durante los 7 años que aparentemente ha estado inactiva ha estado creando una red de raíces, que es lo que le va a permitir  desarrollarse después. Podríamos decir que ha estado haciendo contactos, enviando currículums, dando forma a su proyecto, pidiendo subvenciones, formándose en donde tiene carencias…

Déjate tiempo para crear tu propio sistema de raíces, ten confianza en ti, quizá es necesario que no dejes de regar esa semilla para que veas nacer el brote que esperas.